Alumnos del Seminario Menor cuentan sus experiencias del viaje a la Ciudad Eterna con compañeros y formadores
En la Misa en la Plaza de San Pedro |
Empezábamos muy temprano el miércoles de madrugada
facturando las maletas a las 5:30 horas. Allí coincidimos con Julio Iglesias Junior.
Íbamos algo dormidos todavía, así que alguno continuó su descanso en el avión a
Madrid. Como parte importante de esta primera jornada tuvimos la misa en la Capilla
del aeropuerto, tomando otro vuelo hasta Roma, donde llegamos pasado el
mediodía. Ya por la tarde tuvimos oportunidad de pasear por las calles y plazas
principales de la ciudad: Piazza del Popolo, Piazza Spagna, Piazza Navona,
Fontana di Trevi, Pantheon... Después de cenar una riquísima pizza en una de
las calles del centro de Roma, como estábamos cansados del viaje, nos dirigimos
directamente hasta la residencia Giovanni Paolo II, no sin antes pasar por la
Vía Della Conciliazione, Castel
Sant'Angelo, Vaticano... Al día siguiente había que madrugar.
Museos vaticanos
El jueves visitamos por la mañana los Museos
Vaticanos, acompañados en todo momento por un fantástico guía que nos explicó
la procedencia del nombre de esta colina romana, las distintas dependencias de
los propios museos y las principales obras de arte que allí se encuentran.
Contemplamos, entre otras, las estancias de Rafael -Escuela de Atenas, Bautismo de
Constantino...-, los apartamentos de Alejandro Borgia -donde actualmente se
exponen obras de arte contemporáneo-, hasta llegar a la majestuosa Capilla
Sixtina, la gran obra de Miguel Ángel: el Juicio Final, distintos pasajes del
Antiguo y Nuevo Testamentos... Finalmente entramos propiamente en la Plaza de San Pedro, acogidos
por la columnata del grandioso Bernini en forma de brazos con los que la Iglesia recibe a sus
hijos; en el interior de la
Basílica no podíamos olvidar La Pietà, las sepulturas de los
dos últimos grandes papas santos, S. Juan XXIII y S. Juan Pablo II, el enorme
baldaquino sobre el Altar de la Confesión... También bajamos a la cripta, donde
rezamos ante el sepulcro del apóstol San Pedro.
Ya por la tarde subimos a la Cúpula de la Basílica Vaticana, desde
la cual se puede disfrutar de las maravillosas vistas de la Ciudad del Vaticano y de toda
Roma. A pesar de que Joselu perdió el metro, y tuvimos que esperar por él en la
siguiente parada, celebramos la
Eucaristía, en italiano, en la capilla de la Salus Populi Romani
de la Basílica
de Santa María la Mayor.
Luego fuimos hasta el Trastévere, un bonito barrio romano,
donde disfrutamos de una graciosa representación de mímica y una excelente cena
enfrente de Santa María in Trastévere.
Al día siguiente, por la mañana, nos dirigimos en
autobús hasta la Basílica
de San Sebastián, donde tuvimos la misa en la cripta, bajo las reliquias de
este mártir, para visitar luego las catacumbas, también con una guía en español
y un grupo grande de peregrinos madrileños. Más tarde visitamos San Pablo extramuros,
donde rezamos ante la tumba del Apóstol de los gentiles y gozamos de la belleza
de la Basílica
y de su nártex, para luego ir hasta San Juan de Letrán, catedral de Roma, que
preside en la caridad a todas las demás iglesias. No podíamos olvidarnos de
visitar el Baptisterio, para luego caminar hasta el Coliseo, cerca de donde
comimos, pues nos esperaba una larga tarde de visita al propio anfiteatro,
Palatino, foros romanos y Piazza Venezia, acompañados de nuestro guía del día
anterior. Allí pudimos sumergirnos de lleno en la gran cultura latina,
haciéndonos una idea de cómo serían esos edificios en la época imperial.
El sábado lo pasamos muy bien en el parque de
atracciones Rainbow MagicLand. Hasta don Alberto, que al principio no estaba
muy convencido, subió en varias atracciones con nosotros disfrutando y gritando
como el que más. También nosotros nos desmelenamos en las distintas
atracciones, repitiendo varias veces en alguna. Los empleados del parque
debieron alucinar con nosotros... Ya por la noche, después de la misa en la
capilla de la residencia -ese día se celebraba al santo fundador del centro,
San Luigi Orione- tuvimos algo de tiempo libre por las calles de alrededor,
donde tomamos unos helados. No podíamos quedarnos hasta muy tarde, ya que al
día siguiente había que despertarse muy pronto.
Misa en la plaza de San Pedro con el Papa
Por último, el domingo celebramos el VII Domingo de
Pascua en el Vaticano, participando en la Santa Misa que el Papa presidió en la Plaza de San Pedro, con el
rito de canonización de cuatro religiosas, dos de ellas de Tierra Santa. Fue
muy emocionante tener al Papa tan cerca de nosotros y mereció la pena haber
pasado más de tres horas al sol con casi 30º de temperatura.
Tras la comida, regresamos al hotel para coger el
autobús que nos llevaba al aeropuerto de Fiumicino. Este había sufrido un
aparatoso incendio la semana anterior, por lo que, a pesar de la puntualidad
del avión, no pudimos embarcar hasta una hora después de lo previsto. Eso fue
lo que provocó que cogiéramos el siguiente avión por los pelos y que nuestro
equipaje no llegara a Santiago hasta el día siguiente; una anécdota más para
contar.
Fue una bonita experiencia poder disfrutar de la
fusión entre la cultura romana y la cristiana en una de las capitales europeas
y deleitar el paladar con su gastronomía.
Ernesto y Sergio
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