75 Aniversario de las religiosas Hermanas Servidoras del Cottolengo

Publicado por Comunicación Pastoral de la Diócesis El 01 diciembre 2014 0 comentarios
Cottolengo
Las religiosas Hermanas Servidoras de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre, acaban de celebrar el 75 aniversario de la fundación de su congregación, con tal motivo D. Julián Barrio celebró con ellas una Eucaristía de acción de gracias el pasado sábado 29 de noviembre.

Los Cottolengos fueron impulsados en España por el sacerdote jesuita Jacinto Alegre (1874-1930), reconocido como venerable en mayo de este año, “que desarrolló así la labor de atención directa a discapacitados sin recursos iniciada por el italiano san José Benito Cottolengo, fundador del carisma en el siglo XIX”, según las mismas fuentes.

Por su lado, la congregación de Hermanas Servidoras de Jesús fue fundada el 23 de octubre de 1939 por Dolores Permanyer i Volart “quien hizo germinar la semilla del carisma fundacional legada por el Padre Alegre, bajo la dirección espiritual del jesuita Juan Guim, cofundador de la congregación”. Desde entonces regentan Cottolengos en Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela, San Vicent del Raspeig (Alicante), Algete (Madrid), La Fragosa (Cáceres), así como en las ciudades colombianas de Buenaventura y Popayán-Cauca y en Lisboa (Portugal).


HOMILIA EN EL 75 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL COTTOLENGO.
 Is 63, 7-9; Col 3, 12-15; Lc 17, 11-19

“Cantaré las misericordias de Yavé, las alabanzas de Yavé, todo lo que ha hecho con nosotros, lleno de bondad para la casa de Israel, lo que ha hecho por nosotros en su misericordia y conforme a la muchedumbre de sus gracias” (Is 63,7). El 75 aniversario de vuestra fundación, que con la felicitación afectuosa de toda la comunidad diocesana estáis celebrando, nos lleva en primer lugar a dar gracias a Dios Padre, dador de todo bien, por tantas obras grandes que durante estos años ha hecho en las personas que en esta Congregación de las Hermanas Servidoras de Jesús se han ido engalanando según su beneplácito, con el lino deslumbrante de blancura de las buenas acciones realizadas con entrañas de misericordia, bondad, humildad, y mansedumbre, construyendo la vida con el sólido fundamento de la caridad, viendo día a día el milagro de la Providencia divina que guía la obra del Cottolengo, trazando un camino en el mismo mar y una senda segura entre las olas” (Sab 14,3). Barcelona, Valencia, Madrid, Santiago de Compostela, Las Hurdes, Alicante, Buenaventura, Lisboa y Popayán, han sido un camino de luz para tantas personas con minusvalías bajo la guía de San José Benito Cottolengo portador de un carisma de abandono en la Providencia y que hizo propio el P. Alegre que tenía como lema: “Para mi todo el mundo se reduce a amar a Dios y a los pobrecitos por amor de Dios, pero amor de obras no de palabras.

Actitud de agradecimiento
El pasaje proclamado del Evangelio celebra también la belleza y la importancia de la acción de gracias. El hombre, agraciado por Dios todos los días de su vida, debe abrirse a su alabanza, a la gratitud, al testimonio, aunque sólo en la luz plena de Dios tomaremos conciencia de las innumerables veces en que ha intervenido en favor nuestro con su providencia amorosa. Dar gracias es decir SI a Dios como creador y redentor nuestro; es decir Si a nosotros mismos como criaturas de Dios. La actitud de acción de gracias es el sentimiento religioso fundamental. Nos lo confirma una de las oraciones más hermosas de Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra... Sí, Padre, porque así te ha parecido mejor” (Lc 10,20). No debe ser otra nuestra actitud que la de dar gracias a Dios sin cesar y en toda ocasión. Siempre es momento para proclamar las misericordias del Señor y todos sus beneficios, reconociendo que nuestra única fuerza es el Señor. 

    Este acontecimiento que estamos celebrando, querida familia del Cottolengo, invita a hacer memoria para recordar de donde venís, llama a vivir con realismo el presente como gracia generosamente dada, y urge a intuir proféticamente el futuro. No sólo tiene una historia gloriosa que recordar, sino una gran historia que construir, poniendo los ojos en el futuro hacia el que el Espíritu Santo impulsa para seguir haciendo la obra de Dios. Vuestra vida hunde sus raíces en la contemplación cuyos elementos imprescindibles son el sosiego y la purificación junto al Sagrario y a los discapacitados. Vuestro carisma sigue siendo ese glaciar que da caudal al río en el que vosotras navegáis para llegar al mar de Dios.

Vuestra presencia entre nosotros
El Cottolengo es una referencia luminosa en las calles de nuestros afanes y esperanzas, certezas y dudas. Es una escuela en la que se aprende a ser felices, sabiendo que la felicidad consiste en compartir la alegría de Dios, la perfección de su libertad ilimitada y la gracia de su amor. En vosotras se escucha el rumor de una fuente sellada con los sellos de la imagen de Dios. Habéis escogido a Jesús y con El su Reino, su voluntad, como tesoro escondido por el que merece la pena venderlo todo para adquirirlo. La persona consagrada es consciente de que la lámpara de Cristo brilla encima de su cabeza y a su luz puede atravesar las tinieblas.

Vuestro testimonio
En la perspectiva de la eternidad hay muchas cosas que abandonar, otras que tenemos que aprender y algunas que debemos conquistar. “Es posible servir a Dios en totalidad y sin complejos porque Dios es alguien a quien se puede conocer, amar y ofrendar la vida con la misma intensidad y alegría que podemos hacerlo a otra persona”. Entregáis vuestra vida a los demás por amor a Dios.

Nuestro agradecimiento
¡Cómo no agradeceros que en el espesor de la historia testimoniéis constantemente con vuestra espiritualidad la trascendencia y la apertura a los valores como esperanza para un futuro siempre nuevo! Queridas religiosas, para nuestra Iglesia particular sois una bendición. Para toda la Iglesia una referencia evangélica. En el corazón de María, dejamos vuestro compromiso, dando gracias a Dios porque su misericordia llena la tierra. Pedimos al Señor que os siga bendiciendo con toda clase de bienes espirituales y celestiales para seguir ayudando y acompañando a quienes más puedan necesitarlo. Amén. 

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