Portugal
es el mejor vecino. Brasil se muestra alegre y cantarín. Alemania y Japón,
pueden con retos difíciles. Nueva Zelanda resulta la Galicia de las antípodas e
Irlanda, la madre de mis genes poéticos. En USA se puede hablar de Dios sin vergüenza.
Los pueblos eslavos recuperan poco a poco su gran corazón… Existen razas,
pueblos y países maravillosos. Pero Dios despierta cada mañana preguntando por
África.
Siempre he pensado que mi salud no aguantaría ni dos telediarios en el continente negro. Aunque, como dicen los mayores: “Non se pode dicir nada; a vida da moitas voltas. Hoxe aquí e mañá alí”. En África viven los príncipes y las princesas de este mundo. Atletas inalcanzables, ritmos musicales insuperables y lágrimas, las justas. Nuestra conciencia nos acusa: de algún modo, todos hemos abusado alguna vez de África. Al menos, por omisión.
Podríamos pedalear con las cantinelas habituales: “Sus recursos han sido explotados abusivamente”; “cambiamos de cadena ante las desgracias africanas”, etc., etc. No niego que haya hechiceros, o negros dictadores locos y con pistola. Pero la blanca dentadura de esos niños rodeados de moscas hace temblar los cimientos del cielo. El Señor se conmueve ante sus preferidos. Muchas veces les regala una sonrisa y felicidad, aun en medio de sus miserias.
Siempre he pensado que mi salud no aguantaría ni dos telediarios en el continente negro. Aunque, como dicen los mayores: “Non se pode dicir nada; a vida da moitas voltas. Hoxe aquí e mañá alí”. En África viven los príncipes y las princesas de este mundo. Atletas inalcanzables, ritmos musicales insuperables y lágrimas, las justas. Nuestra conciencia nos acusa: de algún modo, todos hemos abusado alguna vez de África. Al menos, por omisión.
Podríamos pedalear con las cantinelas habituales: “Sus recursos han sido explotados abusivamente”; “cambiamos de cadena ante las desgracias africanas”, etc., etc. No niego que haya hechiceros, o negros dictadores locos y con pistola. Pero la blanca dentadura de esos niños rodeados de moscas hace temblar los cimientos del cielo. El Señor se conmueve ante sus preferidos. Muchas veces les regala una sonrisa y felicidad, aun en medio de sus miserias.
Un
tipo intervino hace poco en un congreso internacional sobre resolución de
conflictos. Había perdido gran parte de su familia en el enfrentamiento
desgraciado entre Hutus y Tutsis. “Yo perdono. Perdono de todo corazón”. Eso
fue lo que dijo aquel bendito canalla,
sin darse cuenta del nudo gordo que iba apareciendo en las gargantas del
auditorio.
Cuando
Europa se lamenta, África danza. Porque
posee el espíritu libre de las hijitas pequeñas que llenan la casa. Ésas por
las que un padre es capaz de olvidar sus penas y fatigas.
Manuel A. Blanco Vázquez, Director de Comunicación
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