El PALIO, expresión de COMUNIÓN ECLESIAL

Publicado por Javier de Montse CCaná El 29 junio 2012 1 comentarios
El Papa entrega -en la Misa de San Pedro y San Pablo- el PALIO a los nuevos arzobispos.
¿Qué es el PALIO? 
Lo podéis ver en esta fotografía en el Papa, sobre sus hombros:
El palio está confeccionado con lana de oveja. Todos los años, en la fiesta de la virgen y mártir de la cristiandad primera Santa Inés (21 de enero), el Papa bendice unos corderos de los que extrae la lana. Dicha lana, una vez confeccionada, se guarda en una urna de plata en la capilla de la tumba de San Pedro, en el Vaticano. El palio es símbolo de la unidad que vincula a los pastores de las Iglesias particulares con el Sucesor de Pedro, Obispo de Roma. Y al respecto, el palio es también una llamada a los sacerdotes y los fieles de las distintas diócesis a consolidar cada vez más una auténtica comunión con sus pastores y entre todos los miembros de la Iglesia. 
Con todo ello, se quiere significar el valor y sentido como expresión de comunión eclesial de los arzobispos metropolitanos hacia el Papa, y desde los arzobispos metropolitanos de los obispos de sus diócesis sufragáneas. En la estructura de la Iglesia, las diócesis se agrupa en provincias eclesiásticas al frente de la cuales se hallan los arzobispos metropolitanos. 
El hecho de que el palio se imponga en una celebración conjunta a todos los nuevos arzobispos de cada año expresa igualmente la universalidad y catolicidad de la Iglesia. 
Esteban Munilla

1 comentarios por El PALIO, expresión de COMUNIÓN ECLESIAL

  1. escribió:

    Javier de Montse CCaná "En una mañana de primavera, Jesús resucitado le confiará esta misión. El encuentro tendrá lugar a la orilla del lago de Tiberíades. El evangelista san Juan nos narra el diálogo que mantuvieron Jesús y Pedro en aquella circunstancia. Se puede constatar un juego de verbos muy significativo. En griego, el verbo filéo expresa el amor de amistad, tierno pero no total, mientras que el verbo “agapáo” significa el amor sin reservas, total e incondicional.
    La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el Apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (filô-se)", es decir, "te amo con mi pobre amor humano". Cristo insiste: "Simón, ¿me amas con este amor total que yo quiero?". Y Pedro repite la respuesta de su humilde amor humano: "Kyrie, filô-se", "Señor, te quiero como sé querer". La tercera vez, Jesús sólo dice a Simón: "Fileîs-me?", "¿me quieres?". Simón comprende que a Jesús le basta su amor pobre, el único del que es capaz, y sin embargo se entristece porque el Señor se lo ha tenido que decir de ese modo. Por eso le responde: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero (filô-se)".
    ¡Parecería que Jesús se ha adaptado a Pedro, en vez de que Pedro se adaptara a Jesús!.
    Precisamente esta adaptación divina da esperanza al discípulo que ha experimentado el sufrimiento de la infidelidad. De aquí nace la confianza, que lo hace capaz de seguirlo hasta el final: "Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme"" (Jn 21, 19).
    (Benedicto XVI, Audiencia general 24.V.2006)