«Cuando llegué a la plaza del Obradoiro rompí a llorar»

Publicado por Javier de Montse CCaná El 06 agosto 2009 0 comentarios
. . Probablemente, cuando Juan Losada se calzó las zapatillas con las que iba a caminar hasta Santiago de Compostela no se imaginaba que esa vivencia le marcaría de por vida. Desde León hasta la capital gallega, alrededor de 180 kilómetros en 12 días que supondrían un antes y un después. Era la primavera de 2005, el verano se acercaba y el cantante, a sus casi 35 años -los cumpliría el 16 de agosto-, no se sentía con «ganas ni fuerzas» para pasar unas «vacaciones clásicas». «Estaba en un momento en el que buscaba un horizonte, buscaba algo que me hiciese feliz».
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. . Cuando un amigo de esos que saben qué decir y qué hacer en esos momentos de confusión le propuso realizar el Camino de Santiago -declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad- no le causó una gran fascinación la idea pero decidió aceptar el plan. Nunca se arrepintió. «La experiencia es incomparable a otras habituales de verano basadas en playa, hotel, casa, viajes, aviones. El Camino obliga a meterte en tu interior y pensar mucho sobre cosas que en la vida cotidiana pasan por encima». Fruto de esa reflexión surgió la posibilidad de volver a la música. «A partir de ahí arranqué el proyecto del nuevo disco».


. Después de una dura caminata, con los pies cansados, doloridos y con múltiples «heridas de guerra», bromea, Losada y su compañero de viaje pisaban la plaza del Obradoiro, el kilómetro cero de todas las rutas que finalizan en la catedral donde reposan las reliquias del Apóstol Santiago el Mayor. Atrás quedaban doce jornadas de meditación de las que el cantante sacó una importante lección: «El Camino reflejaba en sí mismo lo que es una vida. Inicias una vida, tienes un camino, varias opciones para decidir cómo llegar -si paras, si descansas, si hablas, si comes- a un objetivo final, que en este caso era abrazar al Apóstol. Además te permite disfrutar de lo más sencillo y encontrar respuestas a muchas cosas que, evidentemente, con el día a día que nos hemos inventado es imposible». Y esa mezcla de sentimientos y pensamientos fue la que provocó una reacción totalmente inesperada para el cantante. «Cuando llegué al Obradoiro sencillamente rompí a llorar».
. . Han pasado cuatro años desde aquel «verano memorable», pero el recuerdo sigue y seguirá indemne. «Fue una maravilla y saqué muchísimas conclusiones con las que todavía hoy vivo. Es un viaje que no se parece a nada. No se puede explicar, hay que experimentarlo. El tiempo se para, te obliga a reflexionar y meditar y al final del camino te encuentras en la vía de lo que es más disfrutable y descubres que lo que te hace más feliz es lo más sencillo».

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