Aprender a decir «adiós». Incorporar este aprendizaje como parte de nuestra vida espiritual. Despedirse de aquello que habiéndonos acompañado en este tramo de nuestro camino ahora debemos dejar para poder continuar. Despedirse de personas, situaciones, paisajes, tareas, protagonismos, modos de relacionarse, planteamientos…
“Tú ven y sígueme”
Dice la Palabra
«Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre»: Gn 12,1 (adiós a seguridades, control, programación de la vida).
«Vende todo lo que tienes» (adiós a cosas), «repártelo entre los pobres» (adiós a criterios, inercias, status, familia, dependencias, consumo...), «que Dios será tu riqueza» (adiós a la increencia que conlleva la riqueza).
«Anda» (adiós al inmovilismo existencial: hazte peregrino, nómada del espíritu), «sígueme a Mí»: Lc 18,22 (adiós al aislamiento, a la desorientación, al sinsentido).
«Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo» (diga adiós al yo), «cargue con su cruz» (adiós a un confort como lo da el mundo, como lo propone la cultura) «y sígame»: Mc 8,34 (adiós a la desorientación en el camino hacia el Reino, a la iniciativa propia que no asume la Misión).
Anónimo ¡QUÉ PRECIOSO! Aprender a decir adiós... cómo cuesta cuando el Señor llama a abrazar una vida de totalentrega a Él... pero todo eso es necesario aunque muchas veces no se comprenda a primera vista.