Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde haia doce años,
se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto,
pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y al verla le dijo:
"¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado".
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Lecturas del día: (Os 2, 16.1- 17b-18. 21-22) (Sal 144) (Mt 9, 18-26)
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